Escribir. Viajar. Sueños. Así empecé uno de mis tantos diarios, pero en este caso, uno muy especial, el que me llevé para nuestro viaje por Sudamérica. Desde hace tiempo me inspiro leyendo las experiencias de otros viajeros a los que admiro por su determinación y coraje a la hora de emprender un cambio en sus vidas y realizar sus sueños, a pesar de tantas cosas que nos pueden impedir hacerlo, entre ellas el bendito miedo. Rubén y Lucy, la pareja de Algo que recordar, decidieron en su momento tomar las riendas y actuar. Dieron la vuelta al mundo y desde entonces han adaptado su profesión para vivir de viaje, incluso con su hijo Koke, un bebé de apenas un añito.
Leerles, ver sus documentales y cortos, es trasladarme automáticamente a ese lugar, vivir en cierta manera la experiencia que relatan y compartir sentimientos con los que me siento muy identificada. Así que, conocerles y hablar con ellos para poder entrevistarles en persona un lunes «cualquiera» en Buenos Aires, en mitad de nuestro viaje y al final del suyo, pocos días antes de que volvieran del #chinchetatrip a Madrid, fue un verdadero placer y una ilusión cumplida.
¿Cuánto tiempo hace de vuestro cambio de vida?
R: Creo que cinco años… o no, cuatro y medio.
¿Os soléis acordar algunas veces de vuestra rutina anterior?
R: Sí, todo el rato. Lucy dice mucho que da las gracias a lo que estamos haciendo. Sin duda, vaya. No echamos para nada de menos la vida de antes. De hecho, ahora volvemos (a España) la semana que viene y ya estamos con el ojo puesto en el siguiente viaje, que es en abril (del 2018). Tres meses después nos vamos otra vez. Ahora volvemos por las Navidades, porque hemos privado a las familias de Koke. El primer año de vida lo han visto muy poco. Sus padres (los de Lucy) se han venido a Colombia todo el viaje y mi madre se vino a Sudáfrica dos semanas, pero, por ejemplo, el cumpleaños de Koke fue hace poco aquí (en Buenos Aires) y se lo han perdido.
¿Habéis contagiado a vuestros padres o ellos eran viajeros también?
R: Yo creo que todo el mundo piensa que es viajero, pero luego, hasta que no viaja así, no se da cuenta de que no.
L: Bueno, mis padres eran muy de camping. Yo, por ejemplo, España lo tengo muy “trillado”. Muchas veces la gente me dice: “No sé por qué te vas por el mundo, si en España hay un montón de cosas”. “Y… bueno, pero es que ya lo he visto”, pienso. Yo creo que ellos me contagiaron una manera de viajar sin tener nada organizado, el montarte en el coche con las tiendas de campaña y ver a dónde se podía acampar… Y además, íbamos los tres hermanos. El primer año no teníamos nada más que la tienda, y al año siguiente, ¡una mesa y dos sillas! Y así hicimos mucho España, Portugal… Y yo creo que ahí se me contagiaron las ganas de viajar, esa sensación de que es fácil, que se puede, que, aunque seamos cinco, si no tenemos mucho dinero, pues comemos más latas de sardinas. Ese espíritu sí que me lo contagiaron ellos.
R: Pero, igualmente, sus caras…- porque sus padres también fueron con nosotros a Sri Lanka, y mi madre y mi hermano también vinieron a Tailandia-, no tienen nada que ver con irte de camping a 100 kilómetros.
Además, el compartir con ellos la experiencia del viaje, debe de haber contribuido mucho a que comprendan vuestra decisión, ¿no?
L: Yo, por ejemplo, con mi familia, en concreto con mi madre, hubo un antes y un después del viaje a Sri Lanka. Allí ella entendió lo que pasaba. Porque para ella todo el tiempo era: “la vuelta al mundo y después, ya se os va a quitar esta necesidad, ya vais a volver, os vais a asentar…” Aunque a lo mejor ya no volviéramos al mismo tipo de vida, pero como que ya nos íbamos a relajar. Y cuando ella volvió y se dio cuenta de lo que le intentábamos explicar, cómo el viaje entra a niveles mucho más profundos que no solamente ver cosas, o lugares… Eso es algo que, a veces, a la gente que no viaja por un tiempo largo no me entiende cuando se lo intento explicar. Es como una especie de yoga, o algo así. Que te da paz, que te sientes mejor contigo mismo, que tienes la posibilidad de ponerte en el lugar de otras personas de otra manera, que te enfrentas a otras realidades, que descubres cosas nuevas de ti, todo eso.
R: Pero, igualmente, un año después, vienen a Colombia y, no te digo que empiezan de cero, pero los primeros tres, cuatro días, es como si volviesen atrás otra vez. Luego ya, cogen el ritmo. Y al final se relajan, y luego están un mes o dos y dicen: “Qué bien estamos en Colombia…” Pero, al principio son los miedos.
L: Porque la familia de Rubén, en ese sentido, es diferente. Ellos son menos viajeros de mochila, pero más respetuosos, en el sentido de que «si a ti te parece bien, está bien«. «Si tú quieres este tipo de vida, está bien». Y mi familia, en ese sentido, siendo supuestamente algo más cercana a lo que ellos me han dado, aún así, han tenido que hacer ese ‘click’. Yo creo que mi madre, especialmente, de comprender el tipo de vida que hemos decidido tener a partir de ahora. Y cuando llegó Koke, lo mismo. Nos decían: “Ahora ya sí que sí, os vais a parar, ¿no? No se puede”. También es verdad que es una persona que lo que siente, te lo dice. Entonces ella, si le parece mal, te lo dice. Si le parece bien, también. Entonces ella necesita expresar si le parecía mal, y cuando lo de Koke: “No… es que no se puede…”. Y luego, después, lo va viendo… Y le parece bien. Y está todo bien.
Cuando os fuisteis a dar la vuelta al mundo, ¿ya sabíais que queríais vivir viajando o eso fue más tarde?
R: No, la idea era irnos un año y probablemente volver. Ahorramos el dinero que pensábamos que íbamos a gastar, lo dividimos entre un año y dijimos, tenemos para tanto cada día. Éste es el presupuesto. Si un día te pasas, el día siguiente hay que recortar. Ya está, no hay más. Lo que hace todo el mundo, supongo. Pero aprendimos a no gastar tanto, a ganar dinero, a que podíamos hacer cosas…
En vuestro caso, al ser publicistas, ¿creéis que vuestra formación ha sido clave a la hora de poderos ganar la vida en ruta?
L: Nosotros nos fuimos súper enfadados con la publicidad, no queríamos saber nada más. Nos parecía un trabajo horroroso, que solamente servía para convencer a la gente para que comprara cosas. Nos parecía que veníamos de un mundo que no tenía sentido, que todo era súper banal. Y nos volvimos a reencontrar con la publicidad, de alguna manera, durante el viaje.
R: Pero nunca pensamos que con la publicidad podríamos hacer nada. “¡Cómo vamos a vender anuncios!”, pensábamos.
L: Bueno, la publicidad, también es cierto, que, como es como una especie de cajón de sastre, que te toca saber un poquito de mucho y nada, en realidad, pues también nos ayudó mucho a ser muy autodidactas. Las herramientas que habíamos aprendido, o que sabíamos manejar, que eran la comunicación, las fotos, los vídeos, contar historias… Que en el momento en el que te pones a montar un blog, o a hacer cosas de redes, al final, todos los días cambia, todos los días hay algo nuevo. Con lo cual, todos los días tienes que estar buscando información, leyendo, metiéndote en foros, informándote. Y bueno, todo ese ‘background’ sí que lo teníamos, yo creo.
Y seguisteis poniendo en práctica la creatividad.
R: Sí, sin duda. Eso ha sido fundamental, pero no lo sabíamos. La cosa es que, cuando decidimos irnos, no teníamos ni idea de que podíamos hacer algo con todo eso. Luego sí.
L: Y además, te encuentras a gente. Yo me acuerdo de cuando nosotros estábamos en Vietnam y Camboya, -que fue cuando estábamos grabando “el síndrome” ahí-, que te empiezas a encontrar a gente que llevaba seis, ocho meses de viaje, y le preguntas lo mismo y te dice: “No, yo es que soy fisioterapeuta. Y entonces, voy por el camino haciendo tratamientos a la gente.” Y te dices: “Si fuera yo fisioterapeuta… Claro, ¡qué fácil lo tenéis los fisioterapeutas!”. Otro: “Yo soy informático y programo a distancia”. “Claro, yo, como no soy informática…”. No encuentras, digamos, tu lugar. Y después, te das cuenta. No, no es un problema de la profesión que tienes, es un problema de que pienses, tú, con lo que tú sabes, qué puedes hacer. Seguro que hay algo.
Para intentar encontrar algo que case más contigo, ¿no?
L: Claro. Y es que internet es un universo… Se podría llegar a 40 millones de españoles, que ni siquiera son 40, porque al final, ¿quién viaja? Pero también se abre toda Sudamérica que habla español, Centroamérica y México…
R: Y gente que quiere aprender español, porque a nosotros nos leen de muchísimos países del mundo. Por ejemplo, finlandeses, que leen la página 7 minutos de media, que dices: «Pero… ¡¿qué estáis leyendo tanto tiempo?!». Así que nunca sabes.
¿Y de dónde os sale a vosotros tanta creatividad? Cortos, documentales, libros, tontunas viajeras, mapas sonoros, cuentos entre horas…
R: Hay gente que, de base, de nacimiento, ya es más creativa que otra, pero eso es un músculo. Yo, cuando estaba en la agencia era creativo. Y de repente, había periodos en los que trabajabas para un cliente que no te daba opción a ser creativo, que te cerraba mucho en cosas muy obvias, muy informativas. Y, sin embargo, al tener un cliente que te potenciaba, te dabas cuenta de que la mente es un músculo. El hecho de estar pensando cada vez y retándote a ti mismo, hace que seas mucho más rápido, más ingenioso… Eso se aprende.
Con el documental «Around them«, ¿siempre tuvisteis claro lo que queríais expresar o la idea se fue modificando?
L: Se fue modificando un poco por las personas… Al principio ni siquiera queríamos que fuera sólo con mujeres. Pensábamos en mujeres y hombres. Hicimos la primera entrevista con la chica de China, y ahí decidimos focalizarlo en mujeres, porque nos gustó mucho cómo fluyó, la magia que se creó, la complicidad…
R: Yo siempre digo que ese documental con hombres, duraba cinco minutos. [Ríe]
L: También por un tema estético. Era tan bonito ver las caras de las mujeres de todas las razas… No sé, nos gustaba más sólo con mujeres. Pero, por ejemplo, las conclusiones que hay entre cada bloque, eso tiene mucho que ver con lo que vivimos nosotros en el viaje, con lo que nos fue pasando. Eso no sabíamos que nos iba a pasar.
R: Sí, fue cambiando todo, fue un año de proyecto. Sí que queríamos hacer un documental durante la vuelta al mundo, y sabíamos que queríamos hacer las entrevistas, pero no por dónde iba a ir luego. De hecho, el “síndrome” es un poco lo mismo, son planos grabados con el texto escrito después.
L: Y es que todas esas reflexiones que tenían que ver con las entrevistas, pero también con el paso por el país, con toda la gente que te ibas cruzando, fueron a posteriori. Fue también lo que nos fue cambiando a nosotros en el viaje. Y por eso luego hicimos esas reflexiones en medio de cada bloque. Y termina al final del todo con esa conclusión, que es la conclusión que nosotros sacamos de todo el viaje.
R: Siempre decimos que “Around them” empieza cuando acabas de verlo. Cuando te quedas pensando en eso… Cuando te pones en perspectiva con todo lo que se ha dicho ahí. Ahí es cuando empieza realmente el documental.
Yo recuerdo que me quedé con la sensación de que todos somos más iguales de lo que pensamos.
R: Ése era el mensaje realmente.
¿Cómo ha cambiado vuestra vida de viaje con Koke durante el #chinchetatrip?
R: No ha cambiado mucho, no te creas. Bueno, evidentemente no viajamos como antes, con la mochila y autobuses de veinte horas, sino que en el #chinchetatrip hemos volado a destinos donde va Iberia, entonces nos podíamos permitir estar en una ciudad un mes entero. O en el caso de Colombia y Sudáfrica, recorrer el país. Pero bueno, son cinco semanas en las que puedes ir a tu ritmo. Entonces, nos ha cambiado en el ritmo del día a día. Ahí sí. Porque es otra forma de viajar también, simplemente que te quedas en un sitio más tiempo. Pero en el día a día, Koke se levanta un día a las seis, otro día a las ocho, no sabes. Y de repente desayuna, y de repente le entra sueño o no, no sabes tampoco. Y, cuando le entra sueño, hay que parar. O cuando quiere comer, pues también. Y hay que cambiarle. Pero luego, como tenemos tanto tiempo para estar en un sitio, pues vamos viendo con mucha más calma. Por ejemplo, nos planteamos todo un día para intentar ir a La Boca (un barrio de Buenos Aires). «¡Pues ya iremos en algún momento del día!». Y si ese día no puede ser, pues vamos al día siguiente.
Vamos, que no podéis tener horarios muy marcados.
L: No. Y ahora que hemos ido al norte de Argentina, alquilamos un coche. Y en Sudáfrica, también. O cuando estuvimos en Colombia, por algunas zonas, lo mismo. Para recorrer el eje cafetero, en vez de meternos en excursiones o en ir por tu cuenta en autostop, pues no dejamos tan abierto a ver qué pasa, porque no puedes razonar con Koke.
R: Por ejemplo, también queríamos haber ido a ver una milonga aquí, pero empiezan a la 01:00 de la mañana.
L: O el trekking. A nosotros nos encantaban los trekkings. Pues ahora no me voy a ir tres días a la montaña, en altura… Nos esperaremos un poquito a que pueda. Hay algunos cambios al viajar con un niño, pero bueno.
R: Y para bien, sin duda, es la gente. La gente se acerca más. Antes tenías que hacer un esfuerzo para acercarte y ahora la gente se nos acerca por él. También pasamos mucho más rápido en los pasaportes, en los aviones.
¿Habéis vencido algún miedo en concreto?
R: Sí, claro. No estamos locos, también había un poquito de reparo cuando fuimos a Sudáfrica. Antes de ir, respecto a los mosquitos, el Kruger, con los animales… Hubo un momento que dudamos incluso, si ir yo solo para hacer fotos, pero una vez que estábamos allí, dijimos… ¡Cómo nos vamos a perder la segunda reserva más grande de animales del mundo! Y al final no vimos ni medio mosquito en todos los días que estuvimos allí. En todo Sudáfrica, nada. Y todo perfecto, con los animales, con la gente, todo muy bien.
¡Qué valientes!
R: Bueno, también nos daba un poco de reparo, no te lo voy a negar. Tú vas con tu coche por el medio y los animales están libres. Pero al final se va abriendo un poco el camino para la gente que va detrás… Aunque tampoco estamos tan locos. En Colombia, por ejemplo, a Cartagena de Indias me fui yo solo. Me fui tres días, porque queríamos hacer fotos allí y hacía mucho calor. Ahí sí que había muchos mosquitos, mucha humedad y era bastante incómodo. Luego tampoco era tanto, pero era bastante incómodo. Entonces dijimos: “¿Para qué le vamos a hacer pasar eso?”. Hay sitios a los que no puedes ir, pero vas a otros, no pasa nada.
¿Y si Koke se pusiese enfermo?
R: Bueno, nosotros tenemos un seguro. Lo único es que si estás muy lejos, durante muchos días, tienes ese miedo. Cuando el niño es muy pequeño, no habla, no te puede contar qué le pasa. Pero lo que sí te voy a decir es que este niño no se ha resfriado siquiera en todo el año.
¿Puede ser que los niños creen más defensas en viaje?
R: Koke está siempre con el pecho, pero está en tantos sitios, come tantas cosas… Es un niño que está expuesto. Al final, un niño “burbuja” que vive en Madrid, en la misma casa, cuando le sacas un día a la sierra, se te pone malo. O en la guardería, se te pone malo cada dos por tres. Es que… ningún resfriado, no te estoy exagerando. No le ha pasado nada. Cero. En ningún sitio que ha estado. En el peor de los casos estás a dos horas de un hospital. Quizás, cuando estuvimos en el desierto de Tatacoa, en Colombia, estuvimos un poco apartados. Y en algún momento en Sudáfrica, pero tampoco tanto. Hay que estar muy muy lejos y tener mucha mala suerte ese mismo día para que pase algo. Al final, los miedos… Sí que tenemos esa preocupación de que a él nadie le ha preguntado, simplemente lo hemos traído. No es lo mismo que nosotros. Pero a él le vemos tan feliz, tan a gusto viajando, que le ves bien. Y yo creo que es mejor, -después de verle un año cómo ha estado-, que tenerlo en Madrid.
¿Qué prejuicios se os han desmontado en estos años de viaje?
R: Acerca de la gente, las costumbres, las religiones. La gente es más buena de lo que te piensas. Son miedos que te meten. O sobre un lugar, que te dicen que es muy peligroso y luego ves que no. El mundo es menos peligroso de lo que te dicen. Realmente eso es lo más importante. Y luego ya, a nivel personal, te haces mucho más tú. Yo, por ejemplo, creo que aprendes a ser mucho menos impaciente, ves las cosas con más perspectiva, estás más pendiente de la gente… Supongo que son cosas muy de cajón, pero que de verdad son así.
¡Cuántos aprendizajes!
R: Incluso con tu propio país. Creo que eso es algo interesante, también, cómo ves tu país cuando estás lejos, cómo empiezas a relativizar las cosas, por ejemplo, cuando piensas: “Bueno, en España se vive bien, pero tampoco tan bien. En España hay buenas playas, pero no son las mejores”. Hay un poco de todo. Esto de que “como en España no se vive en ningún sitio” es la mayor mentira que nos han metido, que mucha gente lo cree.
Pero… Esto lo suelen pensar todos de su propio país, ¿no?
R: Sí, pero, ¿por qué? Es un escudo que todo el mundo nos ponemos para quedarnos tranquilos con la vida que tenemos. Al final, aprendes a adaptarte donde estás y es el miedo a ir a ciertos sitios que hace que te sientas seguro, en tu círculo.
¿Creéis que un viaje puede ser una buena solución ante una crisis existencial?
L: Nosotros, por ejemplo, nos fuimos con una crisis vital. Y muchas veces he hablado con otros viajeros y la gente me dice que es mejor solucionar tus problemas que huir de ellos. Y, en nuestro caso, yo creo que fue una huida hacia adelante. Era necesario salir de todo el embrollo mental que teníamos, y a todos los niveles, que nos estaba afectando a la salud, para tomar perspectiva y pensar qué era lo que estaba pasando. A nosotros, en ese sentido, nos salvó la vida el viaje. Pero ésa es nuestra experiencia, lo que nos funcionó. Al final tú eres el que toma una decisión en tu vida, que te puede ir bien o no.
¿Hay algo en especial que os haya sorprendido de vosotros mismos?
L: Sí, así de que sea bueno, de ponerte la medalla, pero también de que sea malo. Hay veces, que dices: “Me he encontrado algo de nosotros mismos que no esperaba”. Por ejemplo, cuando estrenamos el “Síndrome del eterno viajero”, no pensábamos que se iba a hacer viral. Tampoco pensábamos que íbamos a hacer la première de la segunda parte del “síndrome” en Buenos Aires y que iban a venir 300 personas. Nunca piensas que alguien que lee tus escritos te va a escribir y te va a decir: “Durante un año te leí y de alguna manera me ha animado para hacer lo mismo”. O los libros que hemos publicado… Todo eso son cosas que nos han pasado. ¿Vivir así? Yo lo hablo con Rubén y todos los días le digo: «Yo no creo en nada, pero desde luego, si hay varias vidas, yo en otra fui Teresa de Calcuta. ¡Yo fui la hostia en otra vida! ¡Porque ésta que me ha tocado es la mejor! ¡Soy una súper privilegiada!». Me siento así…
¿También habéis tenido malas experiencias?
L: Sí, claro. También pasan malas. En India, es un país que te pone delante lo peor de ti también, a veces. A lo mejor, nos han ido a engañar en alguna situación o lo que sea, y luego dices: “¡¿Cómo he podido perder los papeles de esa manera?!”. Me acuerdo, en la puerta de la mezquita de Delhi, donde había unos timadores, que fui a la policía. Quería denunciar. Puse una denuncia por las redes en turismo. Escribí a no sé cuántos bloggers para que también pusieran algo, y moví a un montón de gente, para una cosa, que dices: “No puedes pretender utilizar tu norma y tu manera de pensar en otro país, no funciona así”. Eso sacó lo peor de mí. A mí tú me dices que yo voy a hacer eso en algún lugar y digo: “¡Ni de coña!”. Claro, porque son situaciones en las que nunca te has visto antes. Hay cosas que son muy buenas y dices: “No me esperaba que iba a ser capaz de llamar a no sé cuántas puertas para ver si encontraba un alojamiento”. No pensaba que iba a ser capaz de andar cinco días en altura para llegar a Machu Picchu. Ha sacado lo mejor de mí en algunos aspectos, pero también lo peor en otros. Es como que… muestra más caras de ti.
Pero, creo que esos momentos tampoco es que te definan como persona, sino que en ese momento reaccionas así…
L: Sí, pero está bien saberlo, que te pase y decir: “Ah, bueno, que tampoco yo soy Buda”, puesto que hay veces que estás en el viaje y te sientes muy bien, en equilibrio, pero… si me tocáis los cojones, también tengo mala leche. Y eso me hace pensar también, a veces, -cuando hay gente que es lo que consideras una mala persona-, hasta qué punto es una mala persona o las circunstancias de su vida, de lo que le ha pasado, le lleva a eso, que era un poco lo que nos pasaba a nosotros antes de irnos de viaje. Hubo un día que hicimos como un ‘click’, en que nos dimos cuenta de que nos estábamos convirtiendo en unas personas que no nos gustaba como éramos. Y no es como que todos seamos tan buenos o tan malos, hasta qué punto las circunstancias…
…a veces nos condicionan.
L: Sí, y hay gente que es más permeable al ambiente que otra. Yo soy muy permeable, en un sitio donde hay mal rollo no puedo estar, porque dos días después estoy pegándole gritos a todo el mundo y tengo el mismo mal rollo que el resto de la gente. Yo necesito mucho rodearme de personas que estén bien, que estén equilibradas, porque me contagio.
Ahí es dónde entra en juego vuestra decisión de cambio de vida.
L: ¡Y menos mal que cambias! Eso es una cosa súper positiva de vivir de viaje, que evolucionas muy rápido en muchos aspectos. En cuanto te pones de viaje, te expone a tanto que te hace darle vueltas a la cabeza… Y cambias.
¿El próximo viaje ya sabéis a dónde será?
R: No exactamente, pero tiene pinta de que será parecido al #chinchetatrip. Queríamos hacer alguna cosa en camper, pero esta forma con el intercambio de casas también nos ha gustado mucho. Muy probablemente sea parecido a éste.
¡Mil gracias por llegar hasta aquí! 🙂 Si quieres dejar algún comentario aquí abajo en relación a cualquier tema surgido en la entrevista, ¡estaré encantada de leerlo!
Qué gusto leer sobre Rubén y Lucía, a mi también me han inspirado mucho. Y creo que en el fondo el nombre de nuestro blog viene de leerlos a ellos muy a menudo, porque viajar salva (o cura)
¡Me alegro de que te haya gustado la entrevista, Sara! Sí, la verdad es que yo también pienso lo mismo. Viajando se aprenden tantas cosas que me resulta difícil decidir por dónde empezar a enumerar… Por cierto, ¡qué chulo tu proyecto! ¡Me encanta! 🙂
Que interesante la entrevista#!!Creo que esta necesidad de viajar apropiarnos de nuestro planeta contactar con las diferentes y buenas gentes honrar la naturaleza y modificar los tiempos y las necedidades personales. Iran metiendose en el alma de muchos jovenes que haran de este un mundo mejo
¡Estoy totalmente de acuerdo, Betty! Pienso que sí, que es nuestra obligación, por pequeñas que sean las acciones, ya sea a nivel personal o local, hay que intentarlo y buscar siempre mejorar nuestro entorno… ¡y viajando se aprenden muchas cosas de los demás!
Me ha encantado leer esta entrevista! Para mi lo mejor de los viajes es la gente con la que te encuentras y todo lo que te pueden contar… ese tipo de gente normalmente no sueles encontrar al lado de tu casa
¡Qué ilusión, Anita! Sí, es así, tienes razón. Después de estos meses que estamos viajando por Sudamérica, y cada vez que le explicamos a alguien por los sitios que estamos pasando, siempre sentimos que el mejor recuerdo es el de la gente con la que te cruzas y las experiencias que compartes
Una de las cosas que le agradezco a mi actual esposa fue mi primer viaje fuera de mi país: nuevos colores, olores, sabores. Hasta un sol diferente. Ahora que tenemos años viajando ¡que falta hace viajar! Es increíble lo que te enriquece salir de tu zona de confort, hablar con desconocidos, conocer otras costumbres. Hay cosas que tienes toda la vida haciendo mal y solo cuando viajas, te das cuenta del tiempo que has perdido. Un abrazo a todos los que aman viajar como nosotros y recuerden siempre: al final lo único que queda es lo bailado (y lo viajado). Abrazo a todos.
¡Hola Daniel! Así es, tal cual lo describes. Es una sensación tan enriquecedora la de viajar, que aporta tantos beneficios y aprendizajes a tantos niveles diferentes, que resulta difícil encontrarle inconvenientes, aunque también los hay, claro… (por ejemplo, estar lejos de la familia y los amigos). Me gusta mucho tu última frase 🙂 ¡Gracias por compartir tu experiencia! ¡Un fuerte abrazo!