Procrastinación. Qué palabra más fea. Ya está, ya lo he dicho. No me gusta esta palabra, lo siento. Ni a la vista ni por cómo suena. Y en cuanto al significado, mucho menos, claro. Es increíble cómo puede ser que haya algo que realmente quieres hacer, que verdaderamente sientes que te hace mucha ilusión, por tantos motivos, y a la vez no te sientas capaz de hacerlo, ni siquiera de empezarlo.
Escribir un relato, un libro, hacer un vídeo, unas fotos con una idea en mente, un proyecto, lo que sea. Por qué será que hay algo más fuerte que tú que te impide, en ciertos momentos, dar el paso. Un simple paso. Avanzar. Y una vez que esté empezado, aunque sólo sea por la inercia de la energía puesta para ese comienzo, continuar con ese pequeño impulso. Al ralentí, pero con constancia.
Cuando descubres que el miedo te impulsa
Así que aquí te encuentras, sentada enfrente de tu ordenador, con la sensación de mantener un pulso contra esta palabra. Cogidas de la mano, a ver quién tiene más fuerza, si ella o tú. Y así estáis. Sin embargo, hay un factor que juega en tu contra: el tiempo. Cuanto más dura el pulso, más terreno gana y más débil te sientes.
Pero justo cuando parece que las fuerzas flaquean del todo, aparece un impulso interior que te recorre el cuerpo mientras te dice que lo está intentando, que aún hay esperanza, que quizás no está del todo perdido. Y así vuelve la ilusión, que tira de ti y te pide que no te rindas. Que sigas y lo intentes, que vale la pena. Entonces te fijas un plazo, un objetivo o un límite.
Además, te comprometes con alguien, pero sobre todo contigo misma. Y finalmente, empiezas. Claro, luego no te lo puedes creer. Tanto la situación de antes como la de ahora te parecen increíbles. El proceso que has pasado entre medio ha sido inexplicablemente costoso. Pero aquí estás, de pronto te ves a ti misma observando esa palabra con otra mirada, de tú a tú. Como si ya no te dominara, y te sientes más fuerte. Hasta que quizás vuelva a por la revancha y te intente tumbar. Pero eso será otro día.
quiza pensar cada dia que estas PROCASTINANDO algo sea lo que fuere te puede ayudar.La palabra es tan fea que no la quieres,no es un verbo que quieres para tu hacer del dia a dia.Que tal te suena CHICA !ERES UNA PROCASTINADORA SERIAL! Es realmente feo tambien como adjetivo verdad?
¡Si, Betty! No me gusta nada esta palabra, así que intentaré combatirla para dejar de aplazar algunas cosas que quiero hacer 🙂
Me encanta este artículo, que cierto es el miedo que nos da hacer cosas que realmente nos apetece, que deseamos y a la vez tener ese temor de cómo hacerlo… Yo no sé expresarme tan bien como tú
¡Muchas gracias, Sonia! Te entiendo perfectamente, a veces puede ser una fuerte contradicción… Pero me he dado cuenta de que ayuda mucho el ser consciente de ello, para dejar de aplazar constantemente. A veces un pequeño paso es suficiente para continuar, así que de eso se trata, de practicar y equivocarse, quizás, pero sin que eso te frene 🙂
nada se consigue, si no se intenta. Y si se intenta y no se consigue, solo el esfuerzo merece la pena.
Pues sí, ¡tienes razón! 🙂